Tradicionalmente cuando se aborda la temática de la violencia contra la mujer, con frecuencia la atención es concedida de manera predominante a la violencia física, verbal y psicológica, fundamentalmente ejercida por el hombre contra su pareja mujer, así como, a la violencia sexual, laboral, institucional, entre otras.
No obstante, nuestras sociedades contemporáneas experimentan una sociopatía, es decir, una enfermedad social, pues la violencia se ha complejizado, diversificado, masificando e institucionalizado progresivamente. Las mujeres son víctimas de una forma de violencia poco atendida y no tipificada en la normativa jurídica de los países pero que ha alcanzado grandes proporciones y ha cobrado la vida de una multiplicidad de mujeres. Esta violencia contra la mujer referida es la violencia estética.
Esta violencia estética se va a concretar con la consolidación de una belleza mercantilizada, seriada, reproducible, uniforme, estandarizada, masificable y descartable, en consonancia con el proceso de racionalización, mercantilización, industrialización y tecnificación de la sociedad.
A razón de lo anteriormente expuesto, es posible afirmar que, la nueva belleza se caracteriza por:
La subvaloración del cuerpo biológico, en correspondencia a la lógica de la modernidad, de control de la naturaleza. Desde esta perspectiva el cuerpo ya no es concebido como un todo, ya no es para sentirlo, cuidarlo, respetarlo y valorarlo, por el contrario, es considerado como un objeto de exhibición; la modernidad ha presidido el proceso de fragmentación del cuerpo, ahora concebido como partes, modificables, intercambiables e intervenibles, estableciendo así el culto al cuerpo como fenómeno social.
La ausencia de defectos, las características neonatales y la eterna juventud son aspectos considerados altamente atractivos. El mercado de la belleza está dirigido a las jóvenes y a promover la ilusión de la juventud en quienes ya no lo son. Este hecho se hace manifiesto en la exclusión de las mujeres adultas en la publicidad y en la industria de la belleza.
La exacerbación y profundización del rechazo a la “fealdad”, la cual históricamente se ha definido como aquella propiedad de una persona o cosa que no es agradable a la vista, capaz de producir displacer, considerado poco estético, repulsivo, disonante, y que en la actualidad se constituyen como elementos para la construcción de estigmas.
La exclusión de toda belleza alternativa a la europea, lo diferente no es bello, lo cual se hace manifiesto mediante la exclusión o limitada presencia de diversidad racial, étnica y fenotípica en la industria de la moda y publicitaria.
Estos hechos en su conjunto crean las condiciones para la realización de modificaciones del cuerpo, principalmente a través de procedimientos quirúrgicos invasivos,entre ellos los más comunes: rinoplastia, implantes de glúteos, de senos, liposucción, así como, la inyección de sustancias prohibidas como los biopolímeros.
¿Pero nos hemos detenido a pensar cuales son los factores causales que intervienen en la decisión de modificación corporal? Entre ellas podemos considerar grosso modo:
1.- Patologías de orden psicológico individual
las modificaciones estéticas han sido utilizadas como vía de escape frente a las insatisfacciones de los/as individuos/as con respecto a la vida moderna, donde el consumo permite aparentemente superar las frustraciones, traumas, rechazos, preocupaciones, vergüenza, culpas, complejos, odio y obsesión con respecto al cuerpo.
2.- Los medios de comunicación y la industria cosmética
Los cuales construyen, reconstruyen, promueven, propagan, perpetuán e imponen imaginarios, arquetipos, ilusiones, modelos y estándares de belleza inalcanzables a través de la cotidianización de la imagen y mensajes de estrellas, modelos y cantantes, que distorsiona la realidad, impidiendo -principalmente a las mujeres- encontrar patrones de referencia.
3.- La democratización de la cirugía estética y la consolidación del cirujano estético como dios de la modernidad
En el pasado las modificaciones estéticas fueron principalmente consumidas por grupos de mujeres de elevados recursos económicos y poder adquisitivo, fundamentalmente aquellas que hicieran vida en los medios de comunicación, información y difusión masiva. En la actualidad las mujeres para realizarse estos procedimientos e intervenciones en sus cuerpos son capaces de gastar los ahorros de toda una vida, solicitar préstamos a familiares, amigos, créditos bancarios y endeudarse por elevadas sumas de dinero, vender sus bienes e incluso prostituirse. Además de ello, la accesibilidad a estos tratamientos, se encuentra estrechamente ligada a una baja en los costos, la cual puede ser explicada por la realización de estos procedimientos en lugares no certificados, así como, la utilización de sustancias y materiales no aptos para el uso médico.
4.- El establecimiento del canon de belleza femenino como una nueva forma de misoginia
El patriarcado ha diseñado nuevas formas y mecanismos para el ejercicio de la tiranía sobre la mujer, ya no se manifiesta como en el pasado en la negativa de ejercicio del sufragio, inserción laboral y la aún extendida violencia física, sexual y psicológica; en la actualidad el establecimiento del mito de la belleza contribuye a desviar la atención de las mujeres de asuntos relevantes sobre su situación social, así como, de los espacios de participación política.
5.- La expectativa patriarcal
En gran proporción cuando las mujeres acceden a la intervención e invasión de su cuerpo a través de estos procedimientos, generalmente están orientadas a responder y satisfacer las fantasías masculinas impuestas por la patriarcalidad, como lo son las grandes proporciones, la voluptuosidad, la exuberancia, la sexualidad, el exhibicionismo, gran proporción de mujeres acceden a estos procedimientos como acto de complacencia a su pareja.
6. La responsabilidad de la mujer
Finalmente, no podemos obviar la responsabilidad de la mujer como la principal causa en el proceso de modificación estética corporal y las consecuencias asociadas a estas, hacerlo supondría la reproducción del esquema interpretativo patriarcal, en el cual la mujer se considera y define como ser pasivo, desprovista de autonomía e independencia. Debemos reconocer la responsabilidad de aquellas mujeres que ejercen violencia contra sí mismas, al evaluarse y valorarse a partir de los criterios impuestos por un mercado capitalista que ha cosificado, mercantilizado y comercializado sus cuerpos; la responsabilidad al no cuestionar, ejercer resistencia y obviar los patrones estéticos impuestos, así como, al acceder a someterse a cirugías invasivas, restricciones alimentarías, procedimientos agresores de su integridad, su naturaleza.
Aunado a ello, es importante rescatar que estos procedimientos en algunos casos tienen como consecuencia:
La alteración del estado emocional, depresión, ansiedad, culpa, vergüenza, aislamiento social.
El desarrollo natural del cuerpo se ve detenido por la realización de cirugías invasivas a temprana edad.
La preocupación excesiva por el cuerpo y la imagen crea conductas adictivas, como los trastornos alimenticios y los trastornos dismórficos corporales.
Procedimientos estéticos infructuosos que dan como resultados deformidades, asimetrías, perforaciones, desfiguración, mutilaciones, y en el peor de los casos la muerte.
Por esta razón se hace necesario profundizar los esfuerzos en lo que refiere la visibilización de este fenómeno, así como, la concientización e intervención social que permita prevenir y minimizar el impacto de esta problemática que afecta cada vez más a las mujeres, pero también a los hombres de nuestras sociedades contemporáneas.
Publicado en Wall Street International: http://wsimag.com/es/economia-y-politica/14107-violencia-estetica
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